Manuel Ríos San Martín

guionista / director cine-tv / productor ejecutivo

Manuel Ríos San Martín

guionista / director cine-tv / productor ejecutivo

Noticias

Manuel Ríos San Martín en El País Semanal

Manuel Ríos San Martín en El País Semanal

"EL TRATAMIENTO DE TEMAS COMO LAS DROGAS O EL SEXO DIERON PROBLEMAS. CREEMOS QUE FUE PORQUE LO HACIAMOS SIN MORALINA"
Manuel Ríos San Martín, director y pro-ductor ejecutivo de Compañeros, recuerda la serie: "Era un reflejo de la sociedad, pero un reflejo positivo, optimista. Nuestros personajes eran luchadores". Ríos destaca además el dinamismo de la serie, que incluía muchas escenas de acción: "hubo persecuciones, peleas, incendios, bombas, de todo, y utilizábamos un montaje muy nuevo, muy moderno. Pero, en el fondo, lo que enganchó es que era una historia de amistad". Hoy en día, el fenómeno fan tiene gran predicamento en los foros cibernéticos, páginas web, redes sociales, etcétera. "Por aquel entonces la Red no era tan omnipresente como ahora", dice Ríos, "y no supimos valorar lo que teníamos entre manos. Creo que fue el fenómeno fan más grande que ha habido y creo que todavía nadie lo ha superado, pero no supimos aprovecharlo". "Nosotros tenemos un punto de vista más duro que Compañeros", dice Carlos Montero. "En los últimos arios se han revolucionado las formas de comunicarse y eso ha modificado las relaciones sociales. Reflejamos la realidad de una juventud que, por ejemplo, cada vez tiene sexo más prematuramente". Sea como fuere, las series de instituto son un género clásico entre los éxitos adolescentes. Cómo olvidar a Zack Morris, el repeinado rubio de Salvados por la campana, que tenía la asombrosa capacidad de pedir un tiempo muerto al modo de como se hace en un partido de baloncesto (formando una T con ambas manos), y así parar, literal-mente, el tiempo en el instituto Bayside con el fin de hacer de las suyas. O a los gemelos Brandon y Brenda Walsh, al impertérrito Dylan McKay o a la rubia de manual Kelly Taylor, protagonistas de uno de los mayores éxitos del género, Sensación de vivir, que, desde Beverly Hills, mantuvo durante los años noventa a toda una generación pegada al televisor y llenó carpetas, pósters y corazones adolescentes con la efigie de sus ído-los californianos. Tras su fin, la serie pasó a formar parte para siempre del acervo popu-lar. Su continuación natural fue Melrose Place, que compartía algunos personajes con su precedente, aunque esta serie ya se centraba en unos intérpretes algo más maduritos y nocturnos que vivían en una especie de lujosa corrala con piscina. Casi 10 años después, la productora CBS ha retomado la serie, y el pasado otoño estrenó con gran éxito en Estados Unidos 90210, un spin offque transcurre en el mismo instituto y en el que se mantienen algunos personajes de la versión original. Telecinco ha anunciado que ya tiene los derechos de la serie. En España hubo otra serie que marcó un antes y después: Al salir de clase. Alsa, como algunos acabaron por llamarla, se emitía a diario y narraba las peripecias de un grupo de estudiantes en el instituto Siete Robles. "Fue una serie pionera en lo que ofrecía, y así captó al público", dice Mercedes Cruz, que fue la guionista. "Trataba sin tapujos temas universales de la adolescencia, esa época de la vida donde todo se sobredimensiona: el primer amor, el des-cubrimiento de la sexualidad, etcétera. Los protagonistas vivían como a todos los jóvenes les gustaría vivir, tenían bandas de música, pequeños negocios y aventuras. Sin abandonar la realidad, teníamos un pie en la fantasía". A modo de culebrón, siguiendo un intrincado argumento lleno de giros inesperados, vueltas de tuerca y sucesos inauditos, se emitieron la friolera 1.199 episodios de media hora, por los que se paseó un interminable reparto (más de 100 personajes principales) del que formaron parte muchas de las estrellas emergentes del cine y de la televisión españolas: Pilar López de Ayala, Hugo Silva, Fran Perea, Víctor Clavijo, Alejo Sauras o Elsa Pataky, que en Al salir de clase tuvo un papel de mujer florero y ahora es toda una estrella.
Saltan a la vista ciertos elementos comu-nes presentes en todas estas series que podrían explicar su éxito. Transcurren en el ambiente natural de los adolescentes, el instituto, y retratan las relaciones que tienen con sus familias, sus profesores y entre ellos mismos. Suele haber un amplio abanico de personajes estereotipados con los que cada uno se puede identificar: el tipo duro, el antisistema, la mojigata, la ligerita de cascos, el empollón o el fiestero. Se reflejan sus problemas cotidianos, pero sin renunciar a cierta dosis de pura ficción que lleva a los personajes a situaciones que nunca se darían en la vida real. "Física o química triunfa entre los jóvenes porque se ven identificados con nuestros personajes", dice Car-los Montero, "pero también porque tiene un punto aspiracional. Nuestros personajes no son reales, todos son guapos y corren aventuras que no es fácil que se den en el mundo real. Los chavales aspiran a ser como ellos". Ésta es, pues, una receta para el éxito. Abran la coctelera, echen dentro música y baile, estética urbana y historias de instituto, realidad y ficción, personajes cercanos y una pizquita de transgresión, dinamismo. Agiten con firmeza y garbo y sirvan a temperatura ambiente. Ahí lo tienen: un boom adolescente. Que aproveche.

Comentarios