Es una historia que mezcla miles de sensaciones de dentro y de fuera, de amor y de soledad, de tardes lluviosas en las que no entraba la luz dentro de la cárcel, de días en los que salía de trabajar ya de noche y cruzaba la M-30 en moto muerto de frío, pero también de la llegada de la primavera, el recuerdo de la primera vez, con eso del cambio horario, en la que salí de día de las clases y empezó a hacer calorcito y sí, entraba la luz en las galerías.