NO TE FALLARÉ: Mirada sobre mirada
Había dormido poco esa noche pero fui incapaz de hacerlo en la siesta, di vueltas y más vueltas sin conseguir cerrar los ojos, ni tan siquiera descansar un poco. A eso de las seis decidí levantarme e intentar trabajar. Encendí el ordenador. Nada. Imposible. ¿Qué sería mejor para tranquilizarme, ir a la puerta del cine o no? El caso es que no me habían llamado de Columbia.