¿Me oyes? Te oyo
SEMANA 5 DE RODAJE
Pero si a priori había un día imposible en el plan de rodaje, ese era el de Michelín. Michelín tiene unas pistas de pruebas de neumáticos en Almería, más de 40 circuitos de diferentes superficies. A nosotros nos interesaban las pistas de arcilla, semejaban las carreteras del desierto de Iraq de manera sorprendente, algo imposible de encontrar en España. Fue difícil conseguir la autorización para rodar en ellas, pero al final se obtuvo el permiso. Entrar ya es de por sí complicado, no se puede acceder a las instalaciones con móviles que tengan cámara porque hay un montón de prototipos de camiones que no se pueden fotografiar.
Pero al final entramos. La verdad es que impactaba ver los dos convoy con lo que cruzábamos ese desierto, por un lado nuestros camiones y, por otro, los vehículos militares del ejército español que íbamos a camuflar de ejército americano. Fue una pasada, era temprano, no había nadie en el circuito y nosotros lo cruzábamos en una caravana impactante. Era un día muy difícil, acción, muchos coches, distancias lejanas, un par de camellos, un helicóptero teledirigido de última generación… muchas cosas con un tiempo escaso. Por momentos parecíamos la gran superproducción que no somos, pero debo de decir que dábamos el pego. O, a lo mejor, fuimos una superproducción por un día, si no por los medios, sí por el entusiasmo y la profesionalidad del equipo.
El día fue agotador, con bastante figuración árabe que no entendía bien el castellano, aunque ellos decían que sí. Pablo Ruiz de Alarcón, nuestro ayudante de dirección, intentaba dar instrucciones por walkie a todo el mundo: por una parte al convoy militar “americano” formado por legionarios españoles, en todo momento muy colaboradores; por otro, al coche de Fernando Guillén Cuervo y Carmen Machi, Fernando llevaba el walkie en ristre y estaba el más emocionado de todos con las secuencias de acción, venga a echarse sudor en la cara y hablando sin parar con Pablo por el walkie; y por último, el coche con figuración árabe que no hacía caso a las instrucciones. Pablo, ya desesperado, les gritaba, “¿Me oyes, me oyes?...” y desde el coche contestaban… “Te oyo, te oyo…”.
Ese día terminamos agotados, sucios, pero con el plan de rodaje terminado. Dimos buena cuenta del helicóptero, los camellos, el convoy de tanquetas y camiones, las pick ups militares, la figuración… todos y cada uno se llevaron a casa los planos que se merecían. Y el desierto, precioso.
Una vez más, gracias al equipo técnico y artístico de Rescatando a Sara que puso toda su ilusión en un día tan peculiar como complicado.