Manuel Ríos San Martín

guionista / director cine-tv / productor ejecutivo

Manuel Ríos San Martín

guionista / director cine-tv / productor ejecutivo

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HA LLAMADO RUBALCABA (ASÍ SE ESCRIBIÓ SOY EL SOLITARIO)

HA LLAMADO RUBALCABA (ASÍ SE ESCRIBIÓ SOY EL SOLITARIO)

No sé si la historia fue exactamente así, pero fue como me la contaron: “Ha llamado Rubalcaba y nos ha dicho que quiere que hagamos una serie sobre la detención de El Solitario”.

Estábamos en julio de 2007 y yo trabajaba en BocaBoca, todavía dirigida por César Benítez, cuando fuimos a Antena 3 a vernos con Mikel Lejarza, por aquel entonces presidente de A3 Films. En BocaBoca abríamos una nueva etapa y ambas partes parecíamos de acuerdo en colaborar en futuros proyectos.

Tras nuestra reunión conjunta, César dijo que quería hablar un momento a solas con Mikel. Unos días después me enteré de que lo que le había dicho era que pensaba dejar la productora que había fundado porque no estaba de acuerdo con la gestión de sus socios de Veralia. Esa noticia me cayó como un jarro de agua fría. Yo había dejado Globomedia tras 10 años porque César, que conocía bien mi trabajo, me había ofrecido un contrato estupendo. Pero la sucesiva entrada de Vocento en el accionariado de la productora fue variando la situación. Ya no se iba a hacer cine (para lo que había sido contratado en un principio), y se recortaban gastos. El caso es que César no iba a seguir. Aquello fue una auténtica bomba. ¿Qué iba a pasar ahora con la posible colaboración?

El suceso: han detenido al Solitario

A pesar de que César había dejado la productora, a los pocos días, Mikel me llamó y me dijo que quería rodar con BocaBoca una instant movie sobre la detención del Solitario en Portugal, que se había producido el día anterior y que tuvo enorme repercusión en la prensa española. Y fue ahí, o tal vez en alguno de los días posteriores, cuando alguien me comentó lo de “ha llamado Rubalcaba”. Conmigo contactó un alto funcionario del Ministerio de Interior para decirme que estaban muy orgullosos de la operación policial y que ponía a nuestra disposición tanto a los guardiaciviles como a los policías nacionales que habían participado en la detención para que nos contasen la historia con detalle. Y nos pidió que en la miniserie se mostrase la colaboración entre ambos cuerpos.

Debo reconocer que, en un primer momento, me dio algo de pereza el encargo. No sabía mucho del famoso atracador de bancos, tan solo recordaba alguna noticia sobre él en los informativos de televisión. Pero empecé a investigar junto a Mónica Martín-Grande y Victoria Dal Vera. Entrevistamos a los agentes de la Guardia Civil y a los inspectores de la Nacional, que finalmente fueron los que lo detuvieron. Nos contaron el proceso con muchísimo detalle: los seguimientos, las escuchas, el modus operandi tan curioso que utilizaba el detenido…

Incluso llegamos a ver los famosos cuadernos que escribía, llenos de posiciones de GPS para poder regresar de los atracos a su casa por caminos de tierra y carreteras secundarias en las que dejaba armas enterradas por si le perseguían. Nos enteramos de cómo planificaba el operativo hasta el más mínimo detalle. Nunca entraba en una gasolinera, llevaba su propio combustible, su comida, dormía en la furgoneta, se vendaba los dedos con esparadrapo para no dejar huellas… Recuerdo que nos contaron que siempre, siempre que llegaba a una rotonda, aunque no fuese a robar en ese momento, daba tres vueltas para evitar que un coche lo vigilase. Eso había complicado mucho los seguimientos. Atracaba hasta conseguir diez millones de pesetas y con eso vivía un año. Si alcanzaba pronto la cantidad, paraba un tiempo, y si le costaba, aceleraba.

Rubalcaba tenía razón, la investigación era maravillosa. Los primeros años la había llevado la Guardia Civil, ya que solo operaba en zona rural. Y así durante más de 14 años en los que consiguió unos 700.000€ de botín, treinta y seis bancos desplumados, un muerto en un tiroteo en Valencia, algunos heridos más y el asesinato de dos guardiaciviles en la frontera de Navarra en una huida en la que se pensó que el fugitivo era miembro de ETA.

El proyecto: la realidad frente a la ficción

En el 2007 empezaba la época dorada de las miniseries debido a las inversiones que tenían que afrontar las cadenas de televisión por la nueva ley de cine. Toda la historia había que concretarla en dos guiones con la dificultad que representaba el que la realidad se hubiera prolongado durante tanto tiempo. En esa época, no todo se encontraba en Internet, por lo que tuvimos que acudir a la hemeroteca para buscar artículos en la prensa local relacionados con cada atraco, y los fuimos pegando en una pizarra gigante con las fechas y los detalles correspondientes a cada uno.

Decidimos que un capítulo lo dedicaríamos a la investigación de la Guardia Civil y otro al de la Policía Nacional, aunque en el final del primero ya aparecían los que iban a protagonizar el siguiente. Cambiamos el nombre del sospechoso, aunque mantuvimos el apodo. Y elegimos un inicio potente: el asesinato de los dos guardiaciviles tras una impactante persecución, un hecho que hizo que la Benemérita se tomara la investigación como “algo personal”.

Señalamos los atracos más significativos y los fuimos contando en flashback según el nuevo equipo entraba en el caso y reconstruía los robos. Ficcionamos algunos de los indicios que nos contaron los investigadores, pero en general fuimos fieles a lo que nos narraron, aunque intervinieron demasiadas personas y nosotros debíamos reducir los protagonistas a un grupo con el que el espectador se pudiera identificar.

Decidimos que uno de los participantes fuera compañero de los asesinados (interpretado por Begoña Maestre), cosa que no ocurrió. Nos desplazamos a Valencia para ver el lugar donde había muerto el policía local durante otro tiroteo, y hablamos con los implicados. La historia era tremenda, se acusó a un policía de haber matado a su compañero en dicho enfrentamiento en el que el Solitario empleó una metralleta y disparó cientos de balas. Aquel incidente le destrozó la vida al agente.

Teníamos indicios de que tras el asesinato de los guardiaciviles, el Solitario, que así lo llamaba ya la prensa, se quitó de en medio durante muchos meses y se marchó a México. Si no volvía a atracar, lo perderían para siempre. Volvió casi dos años después y retomó la actividad, cada vez más agresivo, hasta que eligió un banco dentro de Madrid.

Ahí cambió todo porque entró en territorio de la Policía Nacional. El atracador había modificado su modus operandi y se arriesgaba más. Parece ser que conoció a una brasileña y planeaba recaudar el dinero necesario para irse a vivir definitivamente fuera de España con ella. A partir de ahí, los atracos cogieron un ritmo frenético y no resultó complicado pasarlos a guion dada la cantidad de momentos intensos que ocurrieron. Los estructuramos, eliminamos algunos detalles que nos pidió la policía, o los encubrimos, y creamos un crescendo hasta llegar a la emocionante detención final en Portugal. Pero la historia era magnífica y el trabajo policial extraordinario, tal y como nos había adelantado Rubalcaba.

Lo normal es que los guionistas nos inventemos las historias, pero conocer de primera mano cómo se investiga de verdad fue fantástico. Y aprendimos mucho. Yo, desde que participé en este proyecto, no me planteo los thrillers de la misma manera, trato de afrontarlos no como conviene al guionista, sino como si fuera una investigación real. Aunque haya que hacer concesiones a los tiempos empleados en cada paso y al exceso de burocracia que hay detrás de los procesos. De hecho, mis tres novelas (la más reciente, a punto de publicarse) son tres policiacos que no habría escrito igual sin esta experiencia.

La producción: Guardia Civil vs Policía Nacional

En la miniserie, decidimos mostrar una gran colaboración entre los cuerpos de seguridad del Estado, cosa que beneficiaba a la historia que queríamos contar. La realidad con la que nos encontramos es que había un cierto pique entre ellos. Un afamado coronel de la Guardia Civil nos enseñó la UCO (Unidad Central Operativa) a los guionistas, y nos pareció que era un edificio moderno y de bonito diseño.

Este coronel, al ver nuestra sorpresa por las instalaciones, nos dijo algo que nos descolocó: “hemos desviado unos kilitos de coca para pagarlo”, y sonrió cómplice, lo que hizo que interpretáramos sus palabras como irónicas. Al ver que su tono era cordial y distendido, decidí tirarme a la piscina. “Pues la policía nos deja un helicóptero”, dije aprovechando la rivalidad. En ese momento no era cierto, aunque se habían mostrado favorables a colaborar con nosotros. Me miró con esa media sonrisa y me respondió que ellos nos dejarían dos.

Y así fue, contamos con dos helicópteros dotados de cámara Wescam (una cámara montada en un soporte esférico ubicado en la panza del aparato y de gran versatilidad) para rodar la persecución con la que arranca la miniserie.

Y fui a la Policía Nacional, claro, y les conté la oferta de la Guardia Civil. No tardaron en confirmarnos que ellos nos dejarían lo que necesitásemos: dos helicópteros… ¡varias jornadas de rodaje! Yo mismo me subí día y noche en uno de ellos y sobrevolé Madrid haciendo planos de transición. ¡Una pasada! La realizadora María Cereceda me ayudó en otra secuencia desde el aire y Aurora Martínez, directora de Producción, coordinó todo el dispositivo.

El proceso fue intenso y tuvimos la fortuna de tener la serie lista justo el día en el que el Solitario fue deportado a España para el primero de los juicios que tenía pendientes. La noche que llegaba, nosotros emitíamos el capítulo 1 y al día siguiente el 2, con una buena audiencia (18%, más de tres millones de espectadores), y orgullosos del trabajo realizado en tan poco tiempo. No habían pasado ni seis meses desde la supuesta llamada de Alfredo Pérez Rubalcaba.
helicópteros Soy El Solitario

Pero la historia no acabó ahí

Como ya he comentado, no es lo mismo la ficción que la realidad y, aunque hubo colaboración entre los cuerpos, no fue tanta como se reflejaba en la serie, donde la Guardia Civil tenía mayor protagonismo en el final del que realmente tuvo. Pero es que era difícil contar una historia tan estanca donde en el capítulo 1 los protagonistas eran guardiaciviles y en el segundo policías nacionales.

Por eso, decidimos que los encargados de terminar la investigación fuesen uno de cada cuerpo: un chico y una chica. Además, insinuamos que los protagonistas sentían un cierto atractivo que nunca se concretaba. ¡En qué momento se nos ocurrieron estas soluciones! Durante los días posteriores a la emisión de la serie estuve recibiendo llamadas de policías anónimos a mi teléfono personal para criticar la miniserie. Aunque ninguna fue amenazante, tampoco resultaron conversaciones agradables. Decidí no comentar nada y guardármelo para mí. Aunque bastante tiempo después, no sé cómo, las autoridades policiales se enteraron del hecho y me llamaron para interesarse.

La verdad es que el asunto no pasó a mayores y ahora lo puedo contar como anécdota. ¡¡Lo que menos esperaba era que se enfadaran ellos y no el propio Solitario!! Aunque, según me dijeron, Rubalcaba quedó satisfecho.

Autor:Manuel Ríos San Martín (@mriossanmartin)
Publicado originalmente en @bloguionistas

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